Esta
resolución judicial supone el colofón a una larga historia que comenzó en la
primera mitad de los años 90. Los laboratorios de Myriad Genetics se fundaron
en 1991 y tres años después sus responsables anunciaron que habían sido capaces
de clonar el gen BCRA1. En 1995, la compañía presentó sus avances sobre el gen
BCRA2 y dio los primeros pasos para patentarlo. Para 1997, Myriad Genetics ya
había conseguido patentar los dos genes, que hoy se sabe que están relacionados
con entre un 5% y un 10% de los tumores de mama, ovarios, colorrectal, pulmón y
próstata.
Estos genes se hicieron tristemente famosos el pasado 14 de mayo, cuando la actriz
Angelina Jolie anunció que se había extirpado los dos pechos para evitar un más
que probable cáncer de mama. Tenía un 85% de posibilidades de sufrirlo y lo
sabía no solo por sus antecedentes familiares, sino porque se había sometido a
un test que había detectado determinadas anomalías en sus genes BCRA1 y BCRA2,
responsables de algunos tumores hereditarios.
Mientras
la patente obtenida por la empresa de biotecnología recorría los juzgados de
EE.UU., más de 150.000 científicos de la Asociación Americana para la Patología
Molecular firmaron una declaración contra las patentes sobre genes individuales
o secuencias del genoma. La Corte Suprema de Estados Unidos ha dado por fin con
la que, legalmente, supone la decisión definitiva al conflicto. Los genes
humanos no pueden ser patentados porque son “productos de la naturaleza”. Dicho
de otra manera, una empresa no puede patentar los genes extraídos del cuerpo
humano, pero puede tener en exclusiva la
comercialización del material genético que se produce de forma sintética en el
laboratorio a partir de ellos. Igualmente, podrá patentar la medicación que
haya diseñado para el control, por ejemplo, de una enfermedad, pero no podrá
patentar los genes que la desencadenan.
Con
esta resolución los genes seguirán siendo patrimonio de la Humanidad.